Un agujero negro u hoyo negro es una región finita del
espacio-tiempo provocada por una gran concentración de masa en su
interior, con enorme aumento de la densidad, lo que provoca un campo
gravitatorio tal que ninguna partícula material, ni siquiera los fotones
de luz, puede escapar de dicha región.
La curvatura del espacio-tiempo o «gravedad de un agujero negro»
provoca una singularidad envuelta por una superficie cerrada, llamada
horizonte de sucesos. Esto es debido a la gran cantidad de energía del
objeto celeste. El horizonte de sucesos separa la región del agujero
negro del resto del Universo y es la superficie límite del espacio a
partir de la cual ninguna partícula puede salir, incluyendo la luz.
Dicha curvatura es estudiada por la relatividad general, la que predijo
la existencia de los agujeros negros y fue su primer indicio. En los
años 70, Hawking, Ellis y Penrose demostraron varios teoremas
importantes sobre la ocurrencia y geometría de los agujeros negros.
Previamente, en 1963, Roy Kerr había demostrado que en un
espacio-tiempo de cuatro dimensiones todos los agujeros negros debían
tener una geometría cuasi-esférica determinada por tres parámetros: su
masa M, su carga eléctrica total e y su momento angular L.
Se cree que en el centro de la mayoría de las galaxias, entre ellas
la Vía Láctea, hay agujeros negros supermasivos. La existencia de
agujeros negros está apoyada en observaciones astronómicas, en especial a
través de la emisión de rayos X por estrellas binarias y galaxias
activas.
El origen de los agujeros negros es planteado por el astrofísico
Stephen Hawking en su libro de 1988 titulado en español Historia del
tiempo: del Big Bang a los agujeros negros donde explica el proceso que
da origen a la formación de los agujeros negros.
Dicho proceso comienza posteriormente a la muerte de una gigante
roja (estrella de gran masa); llámese muerte a la extinción total de su
energía. Tras varios miles de millones de años de vida, la fuerza
gravitatoria de dicha estrella comienza a ejercer fuerza sobre si misma
originando una masa concentrada en un pequeño volumen, convirtiéndose en
una enana blanca. En este punto dicho proceso puede proseguir hasta el
colapso de dicho astro por la autoatracción gravitatoria que termina
por convertir a esta enana blanca en un agujero negro.
Este proceso
acaba por reunir una fuerza de atracción tan fuerte que atrapa hasta la
luz en éste.
El concepto de un cuerpo tan denso que ni la luz pudiese escapar de
él, fue descrito en un artículo enviado en 1783 a la Royal Society por
un geólogo inglés llamado John Michell. Por aquel entonces la teoría de
Newton de gravitación y el concepto de velocidad de escape eran muy
conocidas. Michell calculó que un cuerpo con un radio 500 veces el del
Sol y la misma densidad, tendría, en su superficie, una velocidad de
escape igual a la de la luz y sería invisible.
En 1915, Einstein desarrolló la Relatividad General y demostró que
la luz era influenciada por la interacción gravitatoria. Unos meses
después, Karl Schwarzschild encontró una solución a las ecuaciones de
Einstein, donde un cuerpo pesado absorbería la luz. Se sabe ahora que el
radio de Schwarzschild es el radio del horizonte de sucesos de un
agujero negro que no gira, pero esto no era bien entendido en aquel
entonces. El propio Schwarzschild pensó que no era más que una solución
matemática, no física. En 1930, Subrahmanyan Chandrasekhar demostró que
un cuerpo con una masa crítica, (ahora conocida como límite de
Chandrasekhar) y que no emitiese radiación, colapsaría por su propia
gravedad porque no había nada que se conociera que pudiera frenarla
(para dicha masa la fuerza de atracción gravitatoria sería mayor que la
proporcionada por el principio de exclusión de Pauli). Sin embargo,
Eddington se opuso a la idea de que la estrella alcanzaría un tamaño
nulo, lo que implicaría una singularidad desnuda de materia, y que
debería haber algo que inevitablemente pusiera freno al colapso, línea
adoptada por la mayoría de los científicos.
En 1967, Stephen Hawking y Roger Penrose probaron que los agujeros
negros son soluciones a las ecuaciones de Einstein y que en determinados
casos no se podía impedir que se crease un agujero negro a partir de un
colapso. La idea de agujero negro tomó fuerza con los avances
científicos y experimentales que llevaron al descubrimiento de los
púlsares. Poco después, en 1969, John Wheeler acuñó el término "agujero
negro" durante una reunión de cosmólogos en Nueva York, para designar lo
que anteriormente se llamó "estrella en colapso gravitatorio completo".
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